Iván Ferreiro (Jardín de los Zuloaga, Segovia, 20-08-2021)

Ambos llevan uno de los apellidos más importantes de la música española en los últimos 30 años, Iván y Amaro Ferreiro, llegaron a Segovia dispuestos a ofrecer un espectáculo diferente, en el que se mezclaría la música con la palabra, inmersos en un viaje en el espacio y el tiempo lleno de recuerdos y anécdotas con sus discos y sus giras como telón de fondo. Así pues, mientras sonaba el tema central de la serie Twin Peaks, compuesto por Angelo Badalamenti, el público ajustó los retrovisores y se puso cómodo en sus sillas, dispuestos a pasar una noche muy emotiva y llena de sorpresas.

En el escenario, una gran pantalla blanca colgada en el fondo y varios televisores de tubo sirvieron para proyectar imágenes, sobre todo de personas que han dejado huella en la carrera de estos dos músicos, que se repartieron los trastos, de manera que Amaro se encargó de la guitarra y sus variaciones, mientras que Iván, gracias a su «Jodida Maquinita» sacó todo el jugo posible de los teclados.

Cada uno en su DeLorean particular se desplazó al año uno P.P. (Post Piratas), el 2003, recordando a la pareja ficticia de «As Ferreiras», que interpretaban versiones de clásicos en una discoteca local esperando a un cantante que nunca iba a llegar. Recordando esos tiempos en los que tocaban temas ajenos, regalaron al público una versión exquisita de «Love song for a vampire», de Annie Lennox.

Empezó bien la noche. Como si de un hechizo se tratase, la luna casi llena no se atrevió a subir más alto que los árboles para no quitarle protagonismo a los Ferreiro, que seguían con su relato de aventuras de juventud, que se fueron convirtiendo en ejercicios de madurez a marchas forzadas, con sus éxitos y sus fracasos. Ambas palabras están muy presentes en la vida, por eso hay que celebrarlas o sobrellevarlas de la mejor manera posible.

Porque si de algo estaban impregnadas las palabras de ambos hermanos era de amor. Un amor hacia la gente que les ayudó al principio y que aún les siguen ayudando, a pesar de los años. Por ello, quisieron dar las gracias a todos sus amigos, en especial a aquellos con los que colaboraron en discos o en conciertos. De esta manera, Amaro e Iván tuvieron la complicada papeleta de elegir sólo una colaboración, contando una divertida anécdota con Café Quijano y su featuring especial en una versión interminable de La Lola. Aunque «amenazaron» con tocarla, finalmente la versión elegida fue la del himno de Coque Malla, «Me dejó marchar».

Hay algún secreto en las canciones de Iván Ferreiro que las convierten en algo familiar, incluso tras haberlas escuchado por primera vez. Esto pasó con el repertorio de este concierto, que huyó de los temas clásicos para centrarse en aquellos menos oídos, pero que engancharon al público de una manera casi hipnótica. Todo esto se dejó claro desde el inicio del concierto, aunque en una noche tan especial, los Ferreiro quisieron colar uno de sus himnos, «El equilibrio es imposible», justo a continuación de una canción.

Así, el final del show fue acercándose. Y, como en todo buen final, era necesario cerrar el círculo. El penúltimo tema fue el más nuevo que tienen, y que sería el primer single de su posible nuevo disco. Y para finalizar, los pontevedreses se guardaron en la manga una canción que, por mucho que haya sido interpretada hasta la saciedad, no podían dejar a sus seguidores sin escuchar «Turnedo».

La gente se fue de los Jardines de los Zuloaga con un amplia sonrisa en la boca, conscientes de que habían vivido una experiencia única. Los DeLorean se habían convertido en Ibizas, cuyos retrovisores ya no alcanzaban a ver hasta 2003. Pero ya no era necesario.

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