Le Voyeur (Octavo Arte, La Lastrilla, 30-10-2021)

Estuve cantándola en mi cabeza cuando salí del local, de camino a casa, en la cama… y hoy, al despertarme y ver que nos habían regalado una hora más de sueño (para quien la pueda aprovechar), todavía seguía ahí, como un mantra que me decía, una y otra vez «Somos esclavos del pop». Los causantes de esta frase tan redonda como inquietante fueron Le Voyeur, quienes regresaban a Segovia de la mano del Winter Indie City, después de pasar pandemias y cancelaciones, y con muchas ganas de volver a uno de aquellos lugares donde se mezclan la música y la cerveza, con la gente de pie bailando. Pero ojo, no hay que confundir este escenario con el de un simple bar, donde se puede hablar todo lo alto que se quiera. Estamos hablando de un concierto, donde se viene a escuchar música.

La fábrica de cervezas Octavo Arte albergó esta cita tan esperada, ampliando el tamaño de su escenario para poder acoger a los siete músicos que formaban una banda que tocaban juntos por primera vez, formada por Miguel Le Voyeur a la voz y guitarra eléctrica; Diego Serrano, a la guitarra y a los coros; Miguel Ángel Rutina (bajo y coros); Álvaro Rivero (programación DJ y coros); y un trío de vientos compuesto por Álex Otheguy a la trompeta; Jorge Moreno al trombón; y Belén Martín al saxo tenor. Estaba claro que aquella fue un a noche de celebración, no solo por lo bien que sonaron todos, sino también por los diez años que cumplía el grupo, y por la presentación de su libro «Muerde aquel verso», que servirá como semilla de su próximo disco.

Así pues, después de repasar «Jardín de las Delicias», «Qué bello es» y «La tierra fértil», volvieron a demostrar que no iban a dejar títere con cabeza, con sus letras punzantes y a menudo incómodas, donde se tratan temas como la muerte, el sexo, las miserias cotidianas del ser humano, o las mentiras que nos anulan o que, directamente, hacen que nos comamos los unos a los otros. Menos mal que tenemos la música para espantar los males y bailar hasta desgastar nuestras suelas. Esta fue la intención principal de Le Voyeur, que continuó deleitando al público con canciones como «El tobogán de Fellini», «La cocina gulag», «Error 404» y «Democracia».

Para el final prepararon una traca que dejó a la gente con ganas de que no se hiciera el silencio ni se encendieran la luces. Así, tras realizar una visita al «Tarantino Resort Jazz Club», se decidieron a bajar del escenario para juntarse con el público y cantar en comunión el estribillo de «Esclavos del pop». Un apoteósico fin de fiesta, para un concierto en el que se notaba que había mucho que celebrar.

Etiquetado con: