Cuando Miguel Ríos suena por los altavoces dándote la bienvenida, poco importa que tengas tres, treinta y tres, o sesenta y tres años; el cuerpo se vuelve eléctrico y la cabeza dice exageradamente que sí, […]

Cuando Miguel Ríos suena por los altavoces dándote la bienvenida, poco importa que tengas tres, treinta y tres, o sesenta y tres años; el cuerpo se vuelve eléctrico y la cabeza dice exageradamente que sí, […]