Viajamos a Vitoria Gasteiz, a la 17ª edición de uno de los festivales con mas arraigo del país, y es que a pesar de la creciente proliferación de macrofestivales de consumo fácil en grandes urbes, el Azkena sigue fiel a su personalidad intentando ofrecer algo distinto para, sin lugar a dudas, un público distinto.
El viernes, la jornada comenzaba en la plaza de la Virgen Blanca con los esperados Sheepdogs, con un sonido southern rock muy limpio y vestidos para la ocasión, los canadienses ofrecieron extensos desarrollos instrumentales, guitarras dobladas e incluso nos regalaron una versión de una de sus bandas referentes, The Allman Brothers, el clásico Ramblin Man.
Tras unos potes y unos pinchos escuchando en la plaza mayor una bandas de versiones tostándonos bajo el sol, nos encaminamos a Mendizabala a tiempo de escuchar a una de las bandas españolas que se ha ganado por derecho propio su presencia en el Azkena, The Soul Jackets mezclan eficientemente soul y southern rock aunado con una buena dosis de alma y pasión , si bien lo dieron todo, quizás una hora tan temprana y un set tan corto hubiera requerido un mayor numero de temas de sus dos primeros LPs, más inmediatos y con más pegada aunque menos elaborados que los de Volumen III, supusieron un arranque perfecto para la larga jornada.
The Sheepdogs repetían actuación, y cuando decimos repetían, fue literal, casi clavaron la actuación de la mañana , lo cual les resto interés, aún así “suenan como en disco” y es una delicia escucharlos.
Rival Sons mostraron su cara menos rock y eso supuso un lastre para muchos de los asistentes que esperaban un poco mas de energía y es que había unas expectativas, puede que desmedidas, en los californianos después de haberlos visto en su anterior gira.

Llegaba la hora del histórico Van Morrison, el cabeza de cartel nos dejo un poco fríos, a pesar de que el sol aún no se había escabullido de la campa, gran banda por supuesto, mención aparte para la corista que se llevo los mayores aplausos, dentro de un set mas dirigido a teatros que a grandes aforos, hicieron gala de un sonido impecable, pero al León de Belfast le falto garra para enganchar al publico azkenero, incluso en sus grandes éxitos como «Brown Eyed girl» o una extravagante versión de «Gloria».
Y si a Van le falto garra para encontrarse en un festival, a Chris Robinson solo lo vimos rugir y demostrar su verdadero talento en unas, escasas, par de ocasiones con su prodigiosa voz y cuando echó mano a la armónica. El de Georgia y su hermandad se alejan un buen trecho de aquella actuación en 2009 cuando junto a su hermano y el resto de Cuervos dieron uno de los shows para recordar del Azkena. Escudado todo el tiempo tras su guitarra, cantando en unos tonos muy bajos y sencillos para su rango, sin chispa, arropado por una jam band con mucha clase y que por momentos brilla pero escasa de personalidad a excepción de algún solo de Neal Casal, con excesivos aires folkies para esas altas horas, aparte del elevado numero de medios tiempos que ya llevábamos un buen puñado escuchados a lo largo del día, tanto que se echaron de menos los aires hippies y psicodélicos de su anterior gira, A esta hora puede que hubiera sido más acertado algo mas de punch y hard rock, del cual andaba sobrado el line-up del sábado.
Dead Cross con su punk estridente o MC 50 o “el enésimo intento de Wayne Kramer por resucitar el legado de los de Detroit” no lo termino de arreglar, dieron una de cal y una de arena, ofrecieron momentos destacables alternados con otros que parecían un mal ensayo, a destacar el cantante de Zen Guerrilla con su toque vocal Soul, concierto corto, un par de bises y a otra cosa. Nos quedamos con ganas de ver a The Hypnotics por lo que comentan dieron un muy buen bolo, habrá que estar atentos a próximas visitas de los ingleses a nuestro país.
Cerraban la jornada las Girlschool sustituyendo a Urge Overkill, rock ochentero, bien facturado y con buena puesta en escena, imagino que bastante disfrutado por aquellos que vivieron aquella época, que a mí personalmente me queda un poco lejos y me suena música un poco trasnochada, pero que por lo que parece abarca a una buena parte del grueso del fiel público del festival vitoriano.
