Qué alegría da cuando vuelves a casa después de un año y pico, dejando todo tal y como estaba, con la esperanza de poder reunirte de nuevo en ella con tus amigos para montar fiestas como las de antes.
Pues bien, el inicio de la décima temporada del Winter Indie City trajo consigo una gran noticia para todos los que llegamos a llorar su cierre. Y es que, tras más de un año de casi total oscuridad, la sala Beat Club vuelve a acoger conciertos hasta nuevo aviso.
El club del ritmo de Segovia regresó a la carga con más luz y más alma que nunca, renaciendo gracias al poder de SaRon Crenshaw y su banda The Blind B and the Visionairs, encargados de abrir el WIC en un mes de octubre que se está presentando muy entretenido.
Fue una tarde de domingo que invitaba a salir de casa, por lo que un selecto número de personas decidieron despedir la semana deleitándose con la variedad de sonidos (blues, R&B, jazz…) que nacían de la voz y la guitarra de este genio norteamericano, que empezó a tocar a los 10 años. Café para los muy cafeteros en un concierto en el que Crenshaw no dudó en romper la barrera invisible que suele rodear los escenarios, y bajó en varias ocasiones a tocar entre el público. Un gesto que siempre se agradece.
El líder del grupo estuvo muy bien escoltado por una banda también veterana, en la que destacó el virtuosismo de su teclista, sin desmerecer al bajo y al batería, que protagonizaron un espectacular duelo entre sí en un momento de la actuación. De esta forma, si bien Crenshaw llevaba claramente la batuta, todos los músicos disfrutaron de su momento ante un público entregado a la causa.
Una de las mejores cualidades que tiene este tipo de música en directo es que el tiempo, definitivamente, no importa. Se sabe cuando empieza una canción, pero nunca se sabe cuándo ni cómo acabará. Por ello, hasta que uno no llega a casa se sienta, recuerda y recapacita sobre lo que acaba de presenciar esa noche, en ese momento no podremos llegar a darnos cuenta de la calidad suprema de gente como Crenshaw, y de la inmensa suerte que tenemos en Segovia por poder alimentar nuestras almas con la música. Esto no ha hecho nada más que empezar.