Que Grises vengan a tu ciudad con su espectacular directo y puesta en escena, es una excelente noticia para la inauguración del Prison WIC. Si, ya sé que no nos podemos quejar. Que tal y como está el patio tenemos que darnos con un canto en los dientes y aprovechar que se puede disfrutar de un concierto, aunque sea sentado. Y es que, si hay un grupo en España con el que sea imposible no saltar ni menear el cuerpo al ritmo de sus canciones, este es Grises. Pues bien, el público segoviano supo guardar las formas, como es debido, y nadie se levantó de sus asiento hasta la ovación final.
El grupo guipuzcoano vino por primera vez a tocar a Segovia. Acudieron a presentar su último disco, «Talismán», que salió a la luz hace ya un año y medio, pero que por culpa de la pandemia aún se encuentra en plena promoción. Los de Cestona trajeron consigo para esta gira al bajista Gartxot Unsain, un buen fichaje, como así lo demostró ayer en Segovia y el viernes en Madrid, contagiándose de la energía inagotable de los hermanos Gaztañaga, que pusieron sus voces a las canciones, y que no pararon durante toda la actuación.
A lo largo de sus más de diez años de vida, Grises han evolucionado desde un rock con ritmos tropicales, hasta uno más enérgico y potente, sonando más duro hasta llegar a «Talismán», que recoge temas tan rotundos como «Veneno», o «Arde Amazonia», con el que abrieron los bises, encargándose de cerrar el espectáculo con tres canciones clásicas de su repertorio, como «Animal», «Parfait»» y «Avestruz». Precisamente con «Parfait» hubo una autocrítica de su creador, Eñaut Gaztañaga, que veía como era «una estafa» interpretarla ahora, con la que está cayendo. «Sentir que todo es perfecto»; «Ya no hay nada que temer»; «Nada nos podrá detener» son frases de la canción. De toda maneras, la «polémica» se zanjó pronto, ya que toda la gente que estaba esa noche en la sala Julio Míchel se puso de acuerdo en que «Todo era perfecto en ese preciso momento, y si somos conscientes de la situación no habrá nada que nos pueda detener».
