Todavía con resaca musical en el cuerpo, después de un día de apertura que cumplió con las expectativas de todos, el sábado tuvo lugar la segunda jornada del Afro Blues Festival de Segovia. El menú era muy parecido, sobre todo en cuanto los platos a degustar. No fue como en el Bulli y su degustación, pero las cinco partes de las que constaba la cena acabaron saciando al público, entre el que se encontraban aquellos que acudieron con la entrada de día o los que lo hicieron con pulsera para los dos días. De esta forma, se pudo ver el sábado un poco de menos gente entre el público, lo cual no quitó para que hubiera una gran entrada.
A las 19:00 se sirvieron unos suculentos, pero casi etéreos, caramelos de jazz repartidos por El cuarteto de Aarón Pozón, un creador de melodías casi lisérgicas, todo un maestro a la hora de tocar el saxo. Presentaba en Segovia su primer disco, compartiendo con el público sus sentimientos, con la inestimable ayuda de sus tres compañeros, al bajo, a los teclados y a la batería.
AARÓN POZÓN 4TET






De segundo, un pausado rock fronterizo, donde hay un momento que reposa hasta la guitarra y se usa una navaja para tocarla. De esta manera nuevo con el único arma de su gutarrra en las manos, Néstor Pardo se hizo grande al confesar las historias que se esconden tras las letras de sus temas, haciendo que el tiempo pasara demasiado deprisa en una ciudad y ante un público que el cantautor no duda en decir que es su favorito.
NÉSTOR PARDO





Izo Fitzroy. La elegancia de una artista que puede llegar a engañar a quien vaya a escucharla, pero que cuando empieza a cantar se derriban todos los prejuicios. Hablando sin rodeos, la londinense es una blanca con voz de negra. ¿Y qué significa esto? Que es capaz de interpretar desde el blues más desgarrador, hasta canciones más sencillas que entran sin aviso para reconfortar el alma. Todo ello muy bien rodeada por su banda, de la que destacaron los coros, un hombre y una mujer, con una voz espectacular.
IZO FITZROY












El plato fuerte de la noche, sin desmerecer a los demás, lo sirvió una mujer que no pasa desapercibida en el mundo de la música. Una artista que se come el escenario a bocados y, si acaba con él, se sienta en el borde y continua cantando. Shirley Davis regresó a Segovia con su banda The Silverbacks, atrayendo al público e hipnotizándolo como si fuera una sirena. No en vano, la londinense se ha convertido en un referente para la música negra, tanto en su país como en el resto de Europa y, como no, en Segovia.
SHIRLEY DAVIS & THE SILVERBACKS









Y de postre, algo picante. Por qué no. Los Saxos del Averno se encargaron de cerrar la fiesta a altas horas. Es curioso que el festival comenzara con una canción que decía «Te hechizaré» y acabase con un grupo con el infierno en su nombre. De esta manera se cerró el círculo de la música, que no entiende de colores y despierta y seduce a ángeles y demonios.