Aurora Nealand Y Néstor Pardo (IE Creativity Center, Segovia, 29-09-2022)

En una ciudad mágica como Segovia, un pequeño pero entusiasta grupo lucha para mantener viva la música en directo. No lo tienen fácil, a pesar de que cuentan con unos seguidores cuya fidelidad es eterna. Pero el esfuerzo logístico y el apoyo sincero no son suficientes para despertar a aquellos que se han dormido en los laureles, cerrando puertas y abriendo heridas tras una época en la que se llenaban teatros y salas.

Pues eso, que ahora la música en directo en Segovia esta dando brazadas en mitad del Atlántico, sin saber su rumbo, ni siquiera si avanza o se está quedando en el sitio, mientras varios barcos pasan a su lado y, en vez de echar el salvavidas, se acercan a ella y pasan por encima sin percatarse en el náufrago que lucha.

Esta es la situación, a pocas horas de que se inaugure la XIII edición del Winter Indie City, mañana sábado. Trece años, se dice pronto. Pero antes, los magos del WIC se reunieron con un grupo selecto (los de la fidelidad eterna) en un lugar conocido por pocos. Un rincón exquisito que siempre asegura calidad en todo lo que va a sonar, además de llenar de gozo a aquellos elegidos.

Así pues, la organización lllevó a cabo un concierto «secreto» para los suscritos a la aplicación del WIC, más un acompañante, que se celebró en el IE Creativity Center, al lado de la Casa de la Moneda. La artista principal era Aurora Nealand, afincada en Nueva Orleans, y una verdadera virtuosa del clarinete y el oboe; y en el aspecto vocal, solamente decir que, mientras canta, estás bajo su poder. Es imposible escapar de su tremenda voy que puede trasladarte al muelle de Nueva Orleans, a un atardecer en Tennessee, o a la Martinica. Y es que ya se sabe que la influencia del Caribe enriqueció mucho la música de los estados del Sur.

Un portento de la música estadounidense, que estuvo acompañada por el coruñés Néstor Pardo, un hombre que ya puede considerarse Segoviano de Adopción, y que ayer fue un apoyo de lujo para Nealand, demostrando lo bien que trata a su guitarra y como se preparó los temas en tiempo record. Así, como era de esperar, ambos artistas se convirtieron en uno.

Nealand y Pardo cantaron juntos varios temas del folklore sureño, sin dejar escapar alguna pieza en castellano, como «Cucurrucucú, paloma», del mexicano Tomás Méndez (escrita en 1947); junto a dos canciones también bastante conocidas por el público, como «Quizás, quizás, quizás», del cubano Osvaldo Farrés (1947), que fue cantada por toda la sala; y la brasileña «Tico tico», compuesta por Zequiña de Abreu (1917) y popularizada por Carmen Miranda.