La importancia que tiene el escenario y el entorno para que un concierto salga perfecto es algo esencial. Por ello la familia WIC estuvo anoche de enhorabuena al regresar a uno de los lugares preferidos por los segovianos, y que ya en su día bendijo Paco Neuman en 2015, en lo que supuso un antes y un después en el Winter Indie City.
Por eso hubo un «no hay billetes» un día antes del evento. Por el lugar privilegiado y por el invitado que iba a tocar, Jesper Lindell y su banda compuesta por Rasmus Fors a los teclados; Anton Lindell al bajo; Carl Michael Junior Lindvall al piano y coros; Jimmy Reimers a la guitarra, violín, trompeta, cuerno, coros…; y Simon “Kosmos” Wilhelmsson a la batería y percusión.
Estos seis artistas vinieron desde Suecia con un nuevo trabajo bajo el brazo, «Twilights», y con una ganas tremendas de conocer Segovia y tocar en el WIC. Así lo dejaron claro desde el principio, confesando que «la ciudad es preciosa, como una película. Además, se come de maravilla. Antes del concierto nos hemos cenado medio cordero, y nos ha sentado muy bien». Sea o no por los beneficios y la energía que aporta de la carne de cordero segoviana, los suecos demostraron por qué son uno de los grupos que más se escuchan en su país. Su líder, Jesper Lindell, comenzó muy pronto en esto de la música, y a lo largo de los años fue aprendiendo de los clásicos del rock y el folk para acabar forjándose una identidad propia. De esta forma, en sus directos no esconde su admiración sobre Van Morrison o The Band, o incluso cuando la ocasión lo requería, de su paisano Mand Diao.
Con estos mimbres, y con el buen hacer de una banda ecléctica, pero efectiva, y con una estética que recordaba a The Lumineers, con un toque vintage y con una gran variedad de instrumentos, como el violín, la trompeta o el acordeón, la noche transcurrió en paz y alegría. Porque, ¿a quién no le va a gustar cantar en una iglesia románica del siglo XII? ¿A quién no le va a gustar?
