Dan Millson (Octavo Arte, La Lastrilla, 10-02-2023)

Un cóctel de estilos musicales. Una montaña rusa de sensaciones, desde la balada mas descarnada, hasta un riff que dejaba sabor a Led Zeppelin, pasando por el pop y por el country más fronterizo. De todo ello disfrutaron quienes acertaron de pleno en el plan del viernes noche, y acudieron a Octavo Arte al abrigo de la música de un joven cantante con una voz inimitable, que pasea por el borde de la ruptura, pero que sabe utilizarla como una herramienta prodigiosa ante algo tan complicado como cantar bien y bonito.

Dan Millson acudió a Segovia con su grupo por primera vez, y acabó encantado por la acogida del público y del Winter Inter City, un sello de calidad que volvió a reunir a unos incondicionales que confían ciegamente en la apuesta de Víctor Sanz. De hecho, el mismo Millson se quedó sorprendido al darse cuenta de que, excepto cinco o seis personas, las demás presentes no conocían a su grupo. Esta fe ciega hacia el WIC es una de las razones por las que el cantante y compositor nacido en Benidorm y afincado en Madrid, pero de madre inglesa y padre italiano, tenía tantas ganas de participar en esta fiesta.

El artista acudió a Segovia con su banda habitual, el argentino Juan Torresi a la guitarra y coros; y su hermano Nino Bagnoli a la batería. Lo tres se bastaron para ofrecer en espectáculo sublime. Iniciaron la velada como gente bien educada, cantando «Hello», de su disco «Half way there». Precisamente con este álbum, que salió al aire el pasado mes de mayo, es con el que sustentan sus conciertos. Una producción sin fisuras, que contiene himnos como la canción homónima al disco; y otras, con un estilo totalmente diferente, como «Choke» o «Doctor», que hacen ver la versatilidad de Dan Millson un regalo para los oídos, cuyo repertorio está creado con trozos de su vida, de su filosofía, de series de televisión como Peaky Blinders y de la ilusión que da al ver cómo vas creciendo sin perder ni un ápice de humildad.

Además se atrevió a interpretar un par de temas «casi» a capela, haciendo suyo el escenario sin que le quedara grande, apoyado por los más valientes y más tímidos de los espectadores, que se hicieron uno al «abordar» las tablas, ocupando ese incómodo hueco que se hace entre público y artista, y ayudándole haciendo los coros de «Who the hell I am».

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