Los Secretos (Teatro Juan Bravo, Segovia, 11-02-2023)

Aunque el Día de los Enamorados cae este año en martes, ayer sábado 11 de febrero, Cupido se encargó de tirar sus flechas por adelantado. Y es que el amor se puede (y se debe) demostrar todos los días del año, mucho más si es fin de semana, claro. Y qué mejor regalo para tu pareja que una entrada para el concierto de un grupo tan mítico y que a tantos corazones ha llegado durante los últimos 40 años como Los Secretos.

Esto debieron de pensar los cerca de medio millar de aficionados que tuvieron la suerte de poder contar con una localidad en el Teatro Juan Bravo, ya que literalmente volaron al poco tiempo de ponerse a la venta. Esto convirtió a la visita a Segovia de Los Secretos en algo único. No en vano, antes de empezar Álvaro Urquijo quiso agradecer la acogida y la rápida respuesta del público segoviano, prometiendo estar a la altura y ofreciendo a la gente un espectáculo grandioso, dentro de la intimidad que aportaba el formato de trío acústico que trajeron la voz y la guitarra de Álvaro Urquijo; Ramón Arroyo a las guitarras; y Jesús Redondo, ante el piano.

Por delante esperaba un viaje hacia un pasado que es imposible de olvidar, ya sea por los buenos momentos, como por los trágicos y agrios, de los que también se puede aprender. Todo ello cubierto por la acogedora manta con forma de canciones extendida por el grupo madrileño. Y de cada canción, una historia. Y de cada historia, una anécdota. Y de cada anécdota, una canción, en un concierto donde hubo todo esto y mucho más.

Por supuesto, de los coros se encargó el público, que se conocía todas las canciones, tanto las «nuevas» como «Mi paraíso», como las clásicas «Pero a tu lado»; «Déjame»; «Ojos de gata»; la versión de «Échame a mi la culpa» de Albert Hammond; «La calle del olvido», «Voy a beber hasta perder el control»; «No me imagino»; «Buena chica»; «Volver ser un niño», «Aunque tú no lo sepas», «Ojos de perdida»

Urquijo narró la intrahistoria de varios de los temas de este repertorio, como sus desavenencias con una compañía de discos que buscaban una imagen más rompedora, y que acabó despidiéndoles. Asimismo, además de ya conocido «pique amistoso» entre ellos y Joaquín Sabina por el «Ojos de gata» / «Y nos dieron las diez», sino también por otro tema que «compartieron» con Sabina, «Por el bulevar de los sueños rotos» y que el ubetense dio su visto bueno para su publicación con una llamada a las 6 de la mañana.

Tras este camino lleno de confidencias, emoción y alguna que otra lagrimilla, el grupo eligió dos temas cruciales en su carrera musical para cerrar el concierto. «Agárrate a mí, María», la canción que dedicó Enrique Urquijo a su hija; y «Sobre un vidrio mojado», versión de un tema uruguayo de Kano y los Bulldogs de los años 60. Además, para Álvaro es muy especial, puesto que fue la primera canción que le dejaron ensayar con el grupo, ya que era el único habilidoso que podía ejecutar un punteo de guitarra bastante complicado.

Todo eso ocurrió en una noche de llena de amor en bulevares, calles y portales clandestinos; en un pueblo con mar, y en el teatro. Y con un nombre siempre presente, el de Enrique.

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