Niños Mutantes (Museo Esteban Vicente, Segovia, 24-02-2018)

Cuando a principios de mes se dio a conocer que Niños Mutantes iban a actuar de nuevo en Segovia, la alegría que me dio no se puede cuantificar con palabras. Nada más enterarme me vino a la mente la anterior ocasión en la que los granadinos tocaron aquí. Fue en la fiesta de despedida de la edición de 2015 del Winter Indie City, compartiendo cartel con Kill Kill, Pasajero y Mucho. Aquel concierto fue inolvidable, y colocó en un pedestal a toda la familia del WIC y su empeño, no solo por acercar a Segovia a grupos y artistas de calidad, sino también para crear escenarios únicos y elegir entornos inigualables.

Al hacerse pública la noticia se desveló el «cuándo» (sábado, 24 de febrero), pero no el «dónde». Eso sí, desde el WIC anunciaban que iba a ser en un sitio especial, un concierto íntimo y familiar, con aforo reducido. Así, según se acercaba la fecha, se supo que la actuación sería en el auditorio del Museo Esteban Vicente, una antigua capilla renacentista. Al saberlo, de nuevo mi memoria se trasladó a un pasado cercano, a otro concierto made in WIC, el que trajo a Neuman a la iglesia de San Nicolás en febrero de 2015. Simplemente mágico.

Por fin llegó el día, y el auditorio se abrió para acoger a un grupo de afortunados que iban a saborear una noche única. Una vez más (aunque esto suele ocurrir en muy pocos eventos, desgraciadamente) las familias se reunieron alrededor de la música en directo, y los niños pudieron acudir con sus padres para disfrutar juntos de una maravillosa experiencia.

Flanqueados por las estatuas yacentes de Pedro López de Medina y su esposa, Catalina de Barros, los componentes de Niños Mutantes ocuparon sus lugares en el ‘altar’ del auditorio maravillados y agradecidos «por poder tocar en un lugar tan especial», para comenzar un concierto que forma parte de la gira ‘Diez + Diez & Medio’ con motivo del lanzamiento de un EP (‘Diez y 1/2’) que busca dar continuidad su anterior disco ‘Diez’. De este modo, en el repertorio se incluyó ‘Sin pensar’, primer sencillo de este EP, y que en Segovia sonó por primera vez en acústico, un formato en el que se desarrolló la actuación, de manera que el público pudo vivir las canciones piel con piel junto a los granadinos, como así lo pedía el ambiente que se respiraba en la sala.

Durante el concierto, que empezó muy fuerte abriendo con ‘Náufragos’, se paladearon los temas de ‘Diez’ con el toque único que ofrecen los acústicos. Así, uno de los instantes que seguramente nunca olvidarán todos los que estuvieron en el Esteban Vicente, fue cuando, entre una tímida luz rojiza, el cantante Juan Alberto Martínez comenzó a susurrar los acordes y la letra de ‘Pura vida’ bajo un respetuoso silencio, algo que el grupo quiso agradecer al público segoviano. Poco a poco se fueron uniendo coros e instrumentos para acabar esta preciosa canción por todo lo alto.

Y es que no es de extrañar que una noche tan especial estuviera llena de momentos especiales, desde la agradable incursión del sonido del clarinete tocado por Alonso Díaz; hasta la belleza de los juegos de luces, muy bien elegidos de acuerdo con las características del concierto y del local.

Otra cosa que nunca falla en los conciertos de Niños Mutantes es su repertorio. El seguidor fiel del grupo siempre se irá a casa satisfecho por lo que ha escuchado, ya que todos los clásicos de los de Granada aparecen a lo largo de sus actuaciones, como sucedió anoche en Segovia. ‘Hermana mía’, ‘No puedo más contigo’, ‘La puerta’, ‘El miedo’, ‘Te favorece tanto estar callada’… fueron coreadas por toda la sala. Pero también hubo hueco para temas menos habituales, de los que los granadinos solo reservan para ocasiones especiales en acústico, como ‘La ardilla roja’, canción incluida en su disco ‘Mano, parque, paseo’ de 1998.

En cuanto a los bises, dos temas que se han convertido en himnos como son ‘La voz’ y ‘Errante (canción mutante)’ pusieron el broche a un concierto que ya se ha quedado para siempre grabado en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de disfrutarlo.

FOTOS: David López Prieto