Sex Museum y su imperturbable bola de sonido
Este pasado viernes casi un centenar acudimos a ver a toda una institución dentro de la historia musical underground de este país, Sex Museum, la base rítmica liderada por Roberto Lozano a la batería y Javier Vacas al bajo sostienen un viaje místico en el que Fernando Pardo y Marta Ruiz saben aprovechar al milímetro para lucirse. El con su destreza a la guitarra, ella con su magnífico hacer a las teclas, mientras la voz de Miguel Pardo desprende esa honestidad y solidez que son señas de identidad de la casa, señas que con el paso de los años, por cierto más de 30, no sólo no han perdido ni un ápice, si no que se mantienen intactas e incluso yo diría que sobresalen aún más con una energía y una actitud renovada.
Conservan su pasión por el fuzz y el garaje de manera tozuda y la psicodelia inundó casi todos sus temas, ya sonarán clásicos como la temprana “Two Sisters”, la intensa “Red Ones”, la bailable “Wassa Massa” o en la recta final “Flyin High”, uno de sus himnos. Ya desgranaran canciones de su último disco “Musseexum”, el cual estuvo bastante presente a lo largo del set list de hora y media, como la primitiva “Breakin the robot”, la hard rockera “Horizons”, la coreada “Breakout” o también en castellano “Microdosis”, donde Marta se lució con el órgano hammond.
Esa mágica conjunción se nota incluso con versiones, a priori tan dispares, como la recientemente grabada para Radio3 “Bailare sobre tu tumba” de Siniestro Total (por cierto nos confesaron que la estrenaban en la Beat Club de Segovia) o la mítica fusión que grabaron en su 30 aniversario del “Fight for your Right” de Beastie Boys en forma de mash up con el “Smoke On The Water” de Deep Purple que han dado en llamar “Smoke on the Party” y que fue muy celebrada por toda la parroquia.
Pocos grupos se conocen más entre ellos y es que poco importa que echásemos en falta mayor numero de clásicos dentro de su repertorio, ya que cualquier cosa que metan en la olla Fuzz , la remueven un poco, una pizca de allí, una pizca de allá y la transforman en su personal bola sónica, compacta, intensa, atronadora, con cada instrumento perfectamente encajado y ensamblado como un puzzle sin fisuras, el cual solo tiene sentido en su conjunto y que hace que cada concierto desprenda esa autenticidad y cohesión musical donde el rugido fiero de Sex Museum te arrolla como un trren de mercancías dejándote un zumbido garajero durante un par de días en los oídos además de tarareando y silbando toda la semana “I enjoy the forbidden”.
Tal y como reza su página web: «Sex Museum – Rock & Roll or Die!!!»
Texto: Rubén Chupete / Fotografía: Rubens Aukerman










