Lleno absoluto del veterano cantante en el Teatro Menéndez Pida de El Espinar, donde dio un repaso a sus éxitos y sus nuevas canciones en el ciclo
«Dentro Música»
“Hace 40 años que me subí a un escenario en serio, antes lo hacía de cachondeo. Aunque, bueno, lo sigo haciendo de cachondeo. Yo cantaba un tipo de música entonces que no tiene nada que ver con lo que canto ahora. Yo cantaba country”. ¿Quién se puede presentar con esa introducción? Norberto Juan Ortiz Osborne, más conocido como Bertín Osborne.
Nacido en 1954 en Madrid, el cantante y presentador se encuentra actualmente con su gira “40 años son pocos” parando en grandes ciudades de España como Madrid o Zaragoza, pero también en otros municipios de menor tamaño, como El Espinar.
El sábado 9 de julio y con las entradas agotadas desde hacía varios días era el turno de ver a Bertín Osborne en el teatro.
Puntual como un reloj y tras una introducción musical inmejorable de todos los mariachis que se encontraban en el escenario, aparecía el cantante con “La cama de piedra” y “No volveré”.
Antes de comenzar con todo su repertorio, quiso hacer un repaso por sus inicios en la industria musical. “Llegó un hombre y me dice: ‘tú eres Bertín’. Me estuvo contando que él era director de una compañía de discos donde estaban Paloma San Basilio y Raphael, entre otros; y me dice: ‘si quieres, te grabamos un disco’. En aquella época, aquello era la pera y yo digo: ‘mira no, que yo trabajo en una bodega y soy un tío serio’. Pero me mandaron un cassette con un disco terminado y me dijeron que si lo grababa teníamos el éxito asegurado. Me lo mandaron y de eso seguro que os acordáis todos, así que vamos a cantar: ‘amor que vino fresco a la sombra de un ciprés, el vuelo de una nube solitaria al atardecer…’. Y así empecé, con Amor mediterráneo (1981) que, aunque no la he escrito yo, sí que me ha dado muchos éxitos”.
Pronto pasó a cantar una de sus canciones estrella que dio nombre también a su disco Como un vagabundo (1982) y, que como no podía ser de otra manera, el teatro lleno también se atrevió a cantar. La siguiente fue “Abrázame, amor, abrázame” de ese mismo álbum, canción que le hizo ser número uno en Francia, donde vendió un millón de discos.
“Yo me acuerdo cuando era pequeño que veía con mi madre y mis hermanas todas las películas de Frank Sinatra y les decía: ‘me encantaría cantar eso algún día’ y ellas me decían: ‘algún día lo harás’. Y eso voy a hacer ahora”. Así hizo un repaso por canciones como “My way” o “Fly to the moon” de las que decía: “¡qué maravilla de canciones, cómo ser haría esto hace décadas!”
De su último disco “40 años son pocos” nació “esta canción que escribí durante la pandemia. Una de las más bonitas que he escrito en mi vida”: “Dos besos y medio”. Sobre este álbum también añadía: “yo he sido toda mi vida de country y en este último disco, como tenía tiempo, quise hacer algo. He estado muchas veces a punto de sacar un disco entero de country, pero lo hay que grabar en inglés porque sino es como cantar flamenco en alemán. Y ahora he dicho: ‘¿por qué no lo hacemos en español?’ y creo que ha salido muy bonito”.
“Por debajo de la mesa”, “América, América”, “Tú, solo tú” fueron algunas de las canciones que pudimos escuchar esa noche, y que dejaron paso a sus grandes éxitos con los que Bertín cerró su paso por El Espinar. ¿De qué estamos hablando? De esas canciones que todos nos sabemos y que cantamos en cuanto escuchamos los primeros acordes, como “Yo debí enamorarme de tu madre”, “Llegó borracho el borracho”, “Ay Jalisco”, “México lindo” y “Sigo siendo el rey”.
Pero… ¿qué es el final de un concierto si el público no pide otra? Por eso nos despedimos todos cantando una y otra vez “que allá en el otro mundo, en vez de infierno encuentres gloria. Y que una nube de tu memoria me borre a mí…”.










